❤️🩹 Del diagnóstico a la libertad: La batalla de mi vida
No es una historia de superación. Es una confesión brutal. Diagnósticos, dependencia, vacío, desesperación… hasta llegar al punto en que lo tenía todo, menos lo único que necesitaba: paz. Esta es mi batalla real por la vida. Si alguna vez has sentido que no hay salida, esta historia es para ti. Porque yo estuve ahí. Y salí. Y ahora estoy aquí… para ti.
PROBLEMAS MENTALESHISTORIADEPRESIÓNANSIEDADPSICOLOGÍAEMOCIONESINTELIGENCIA EMOCIONAL
Svet Ivanov
7 min leer
Del diagnóstico a la libertad:
La batalla real por mi vida
No sabía si quería morirme o si ya lo estaba.
Lo tenía todo: dinero, un coche caro, una carrera como ingeniero de software. Lo que no tenía era alma.
Me despertaba cada día, abría el portátil y me hundía un poco más. Trabajaba tumbado, odiando cada minuto. Vivía en automático. Después del trabajo, me fumaba un porro para escapar de la realidad y me quedaba muriendo en silencio.
Pero esto no empezó ahí. Empezó mucho antes.
Desde niño fui “el raro”. Demasiado sensible. Demasiado diferente. Demasiado yo para un mundo que solo sabe devorar.
Mi familia era un campo de guerra disfrazado de hogar. Mis padres se divorciaron. Mi padre amenazaba con matar a mi madre. Mi madre me amaba, sí… pero estaba atrapada 10 años en una relación con una persona que destrozaba nuestra familia. Y yo, en medio, aprendí a sentirme invisible.
En el colegio, el infierno continuaba. Me humillaban por ser distinto. Por no encajar. Por intentar esconder mi orientación sexual sin éxito, porque la ansiedad me delataba. Me cerraba. Me aislaba. Y eso solo alimentaba más odio.
Mi refugio se volvió búsqueda. Y mi búsqueda, una trampa.
Quería amor, y solo pensaba que lo encontraría a través del sexo... sexo descontrolado.
Aveces encontraba ternura pero nunca alma. Solo cuerpos vacíos llenando un vacío aún más grande.
Tuve una relación donde cada día pensaba que podía perder a esa persona… o perderme yo.
Amenazas de suicidio. Desmayos. Chantajes emocionales.
Y yo allí, soportando todo, esperando que el amor llegara si aguantaba lo suficiente.
Pero no llegaba.
Ni amor. Ni paz. Ni yo.
La caída silenciosa: diagnósticos, pastillas y más vacío
Cuando empecé a pensar todos los días en morir, supe que algo tenía que cambiar.
Ya no era tristeza. Era una voz constante que decía: “Esto no tiene sentido. No hay salida. Acábalo.”
Tenía dinero, por fin. Pensé que ese era el problema toda la vida. La falta de recursos.
Y entonces fui a terapia. Pensando: “Tal vez esto me salve.”
El primer psicólogo me habló de etiquetas:
Depresión. Trastorno obsesivo-compulsivo. Trastorno bipolar.
Y lo creí. Con cada palabra suya, sentía que me hundía más en el personaje que él me dibujaba.
No me estaba liberando. Me estaba encerrando.
Fui a un psiquiatra. Pensé: “Tal vez esto es químico. Tal vez necesito medicación.”
Pero el primero me dijo que no tenía ninguna patología. Que no necesitaba pastillas. Que eso era “otra cosa”.
Y me rompí. Porque esperaba una solución rápida. Una salida técnica para una herida emocional.
Llegué a buscar un endocrino, convencido de que tal vez todo se debía a un desequilibrio hormonal. Me aferraba a la idea de que, si no era eso, entonces quizás el problema estaba en mi cerebro… en sus sustancias químicas. Incluso llegué a considerar hacerme pruebas peligrosas, solo para entender qué me pasaba, solo para encontrar una explicación que me devolviera un poco de paz.
Pero primero decidí buscar a otro psiquiatra. Me recetó tres tipos de antidepresivos. Me sentí escuchado por primera vez.
Pero no funcionó.
Mi alma no respondía a químicos.
Mi cuerpo, sí… se apagaba lentamente.
Fue entonces cuando otro terapeuta me dijo algo diferente:
“No necesitas adormecer el alma. Necesitas mirarla.”
Y empezamos a trabajar en las heridas. En las verdaderas. Las antiguas. Las profundas.
Ahí nació el principio del método que hoy comparto.
El fondo:
cuando tenerlo todo no significa tener nada
Llegué. A donde siempre quise.
Buen sueldo. Piso propio. Coche caro. Libertad económica.
Y sin embargo…
No tenía ganas de vivir.
Mi día comenzaba en la cama. Café, cigarro, otro café, otro cigarro.
Abría el portátil sin alma y trabajaba como un robot roto.
Cerraba el portátil. Marihuana. Silencio eterno. Vacío infinito.
Dormía.
Y al despertar, todo era peor. Cada día peor...
Vivía dentro de una niebla llamada desrealización.
Esa sensación de que estás en el mundo, pero no realmente.
Como si miraras tu vida desde fuera.
Como si no pudieras tocar ni sentir nada de verdad.
Y lo peor: nunca desaparecía.
Llevaba toda mi vida así, sin saber que tenía nombre.
No podía llorar. No podía sentir. No podía escapar.
Solo pensaba:
"Tengo todo para ser feliz. Y estoy completamente roto."
"Si esto es la vida… no quiero más."
La soledad no era estar solo. Era no poder habitarme.
Me sentía como un caso perdido.
Sin futuro. Sin alma.
Con un cuerpo funcional y un espíritu muerto.
El primer respiro: entender para no ahogarme
El cambio no vino como un rayo de luz.
Vino como una pregunta.
¿Y si el problema no soy yo?
Me di cuenta de algo brutal:
Cuanto más intentaba controlar mis emociones y mi comportamiento, peor me sentía.
Cuanto más intentaba “ser normal”, más me alejaba de mí mismo.
Entonces empecé a buscar.
No la solución perfecta. Sino información.
Entender qué me pasaba, por qué lo sentía, de dónde venía todo eso.
Y poco a poco, algo empezó a cambiar:
Cada vez que entendía el origen de un pensamiento o emoción…
esa emoción perdía poder.
Ya no era un monstruo invisible.
Era una señal. Un mensaje.
Ahí nació mi hambre de conocimiento.
Empecé a estudiar psicología, emociones, espiritualidad, astrología, trauma, neurociencia, alimentación…
Todo lo que pudiera explicarme cómo funciona el alma humana.
Porque quería salvar la mía.
No buscaba motivación.
Buscaba sentido.
Y cada descubrimiento me acercaba a mí mismo.
Reconstruirme: paso a paso, con mis propias manos
No hubo un día mágico.
Pero hubo una decisión:
No voy a rendirme. Voy a encontrarme.
Empecé a observarme.
Mis valores. Mis necesidades. Mis heridas.
Aprendí a escucharme sin juzgarme.
A abrazar mi historia sin querer borrarla.
Cada día era un paso.
Un podcast, una lectura, una reflexión, una lágrima que por fin salía.
Y lo más importante: dejar de huir.
Ni con el sexo, ni con la marihuana, ni con el trabajo.
Construí mi propio método.
No con fórmulas mágicas.
Con verdad.
Con una combinación de herramientas que funcionaron en mí y después en otros.
Porque cuando yo cambié, otros lo notaron.
De ser un joven perdido, inestable, con agresión verbal pasiva, con un ego enorme y una herida abierta, me convertí en alguien en paz.
Y esa paz empezó a despertar algo en quienes me rodeaban. Porque ni ellos veían una salida para mí.
Ahí supe que esto no era solo para mí.
Era mi misión.
Ayudar a los que están donde yo estuve.
Sin filtros. Sin frases vacías. Con verdad y estrategia.
Si tú estás ahí… ¡No te rindas!
Si estás roto por dentro, pero sigues respirando…
Si sientes que nadie puede entender lo que pasa dentro de tu cabeza…
Si cada día es una lucha contra un vacío que no sabes cómo llenar…
Yo estuve ahí. Y salí.
Sin atajos. Sin salvadores mágicos.
Pero con un seguimiento. Con verdad. Con el valor de mirarme por dentro.
Y si yo pude hacerlo — tú también puedes.
No te prometo nada banal.
Te prometo experiencia, no teoría.
Te prometo autoterapia. Verdadera.
Te prometo una posibilidad de una vida con sentido, estabilidad y paz… incluso cuando haya tormenta.
La felicidad no es ausencia de problemas.
Es saber quién eres en medio de ellos.
Y vivir con verdad, sin miedo, sin máscaras.
Si todavía no sientes ese llamado profundo de auxilio y desesperación, quizás es porque aún no has tocado fondo.
Y si ese es tu caso, permítete tiempo y espacio. Pero si algún día llega ese momento… no dudes en contactarme. Estaré aquí, con el corazón abierto, encantado de acompañarte.
Y si ya sientes esa necesidad de auxilio...¡entonces te toca!
Ha llegado tu momento de cambio. Ponte en contacto conmigo ahora mismo para que podamos cortar el círculo del desespero cuanto antes… y empieces, por fin, a vivir de verdad.
Suscríbete gratis para no perderte ningún contenido que puede cambiar tu vida.
Si necesitas apoyo...


Con alma,
Svet,

Con amor,
Svet - tu mentor autoterapeutico
info@mindsvet.com
© 2025. Todos los derechos reservados.
Contactos
ENLACES
¿Cambiemos tu vida juntos?
políticas
✴︎ Transformación real, desde tu verdad interior.




+34 642 894 257